INSTITUCIÓN EDUCATIVA SOLEDAD ACOSTA DE SAMPER
TERCER
PERÍODO FILOSOFIA- 11º-JORNADA TARDE
EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO DE KAROL WOJTYLA
Karol Wojtyla es uno de los principales
exponentes del personalismo polaco. Fue el alma de la escuela ética de Lublin,
sin contar la repercusión de su elección como Papa. Sería imposible explicar
todos los aportes filosóficos en la enseñanza de Wojtyla. Sin embargo, se
señalará tres temas que son de gran relevancia y que muestran la presencia del
enfoque personalista y fenomenológico al interior de la enseñanza pontificia.
LA PERSONA COMO SUJETO COMUNIONAL
Karol Wojtyla escribió hacia 1976 un ensayo
que tiene la amplitud de un pequeño libro y que pretende continuar algunos de
los temas y problemas del capítulo final de Persona y acto. Este texto se llama
La persona: sujeto y comunidad. En él se busca articular una teoría de la
intersubjetividad que supere la noción de intersubjetividad monadología propia
de la filosofía de Husserl.
Con este esfuerzo, Wojtyla se coloca dentro de
la tradición del pensamiento dialógico (Martin Buber, Emmanuel Levinas, etc.)
que sostiene que la persona es un sujeto relacional llamado a la entrega
sincera a los demás. Esta misma idea reaparece al momento en que Juan Pablo II
escribe sus catequesis sobre el amor humano. Dios crea al hombre, como
unidad-de-los-dos, como varón y mujer, para que el hombre no esté solo. La
creación del hombre es un acto comunional (de las Personas divinas) que hace
radicar justamente la imagen y semejanza de lo humano con Dios en su carácter
relacional.
Wojtyla insistirá en esta idea posteriormente
en Mulieris Dignitatem: el fundamento de la imagen y semejanza con Dios no es
sólo la razón y la voluntad libre (como sostiene, entre otros, Santo Tomás de
Aquino) sino la constitutiva ordenación del varón a la mujer y de la mujer al
varón. Para Juan Pablo II, el ser humano ha sido creado como “unidualidad
relacional”: la Revelación y la experiencia humana lo manifiestan
contundentemente por igual.
LA SUBJETIVIDAD DE LA PERSONA, DEL TRABAJO Y
DE LA SOCIEDAD
Karol Wojtyla dio una conferencia en la
Universidad Católica de Milán en 1977 intitulada: El problema del constituirse
de la cultura a través de la “praxis” humana. En ella expone la prioridad del
hombre como sujeto de la acción humana y su consecuencia metodológica: la
acción como camino para entender a la persona. Utilizar la acción como vía para
comprender mejor qué significa ser persona es posible debido a que toda
actividad transeúnte posee una dimensión intransitiva sin la cual no puede
apreciarse el actuar humano en sentido estricto. Existe no sólo una prioridad,
entonces, metafísica sino propiamente “praxeológica” de lo humano cuando el
hombre se realiza a sí mismo a través de la acción. Esta comprensión del hombre
que recupera fenomenológicamente la antigua doctrina sobre el ágere y el facere
se introducirá como propuesta esencial, años después, en la Encíclica Laborem
Exercens donde se afirma la prioridad del trabajo sobre el capital, y la
prioridad de la dimensión subjetiva del trabajo sobre la objetiva.
La fecundidad de la prioridad praxeológica de
lo humano al interior de la acción permitirá entender cómo la persona se
construye a sí misma al momento de construir el mundo. Además ayudará a
entender que la subjetividad de la persona se participa al ser y
hacer-junto-con-otros.
Por lo que será posible hablar propiamente de
que la sociedad posee «subjetividad» cuando el modo humano de la acción, es
decir, la acción solidaria, se establece como dinámica estable en una
comunidad. El tema de la “subjetividad social” será una de las claves para
comprender la propuesta de las Encíclicas Solicitudo Rei Socialis y Centesimus
Annus. El Estado, la democracia y el mercado sólo pueden constituirse a la
altura de la dignidad humana cuando se diseñan y operan a favor de la
subjetividad personal y social. La Doctrina social de la Iglesia, de esta
manera, no es más una suerte de Derecho natural “ad usum christianorum”, no es
más una suerte de deontología social, sino un verdadero conocimiento sapiencial
que puede ser usado como teoría crítica tanto para leer la modernidad como para
actuar en ella en el orden práctico-concreto.
LA NORMA PERSONALISTA DE LA ACCIÓN
Karol Wojtyla en su obra Amor y
responsabilidad realiza una amplia relectura de la segunda modalidad del
imperativo categórico kantiano. Para nuestro autor es imposible explicar el
auto teleología de la persona si ésta no es propiamente un fin. Justamente su
condición de fin es la que permite entender que la persona es «digna», es
decir, posee un valor absoluto incuestionable. Este valor es el fundamento y
origen de la norma más importante y primaria de todas: persona
estaffirmanda propter seipsam (hay que
afirmar a la persona por sí misma y nunca usarla como medio), Karol Wojtyla
denomina a este imperativo moral: norma personalista de la acción.
About
Alberto López
Autor de filosoficamente.es
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